Elección presidencial definirá en 2010 rumbo de Brasil
Por Edgardo Loguercio
BRASILIA, 14 dic (Xinhua) — Los electores brasileños irán a las urnas en octubre de 2010 para elegir al sucesor del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien no podrá postularse por haber cumplido su segundo mandato consecutivo.
La primera elección presidencial en dos décadas en que el ex sindicalista no estará entre los candidatos debe decidir el rumbo del país sudamericano en los próximos años, pero cualquiera sea el resultado el próximo gobierno, consensúan los analistas, no presentará grandes diferencias con la actual política económica.
El propio Lula da Silva escogió como la oficialista precandidata a la ministra jefe de gabinete Dilma Rousseff, quien deberá postularse por el Partido de los Trabajadores (PT), mientras que el principal precandidato de la oposición es el gobernador de Sao Paulo, José Serra, del Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB).
Ambos reconocidos luchadores contra la dictadura militar (1964-1985), representan posiciones semejantes en múltiples aspectos, comenzando por el hecho de que habrá continuidad en fundamentos de la política económica, aunque con algunos matices diferenciales.
Después de haber atravesado sin mayores daños la crisis financiera internacional, el problema económico más importante que se presenta en Brasil es la continua valorización del real frente al dólar, restando competitividad a los productos brasileños en el exterior y provocando un deterioro en las cuentas externas que puede ser peligroso en el futuro.
En diálogo con Xinhua, el economista Jose Luis Oreiro, de la Universidad de Brasilia (UnB), consideró que el debate económico va a ser pautado por las ideas desarrollistas.
Según él, la diferencia entre Serra y Rousseff es de énfasis: el gobernador paulista tendría una política económica un poco más austera, y más heterodoxa con relación a la tasa de cambio e intereses.
“Las variables de Serra serían ajuste fiscal fuerte y política monetaria relajada, o sea, interés bajo y cambio alto. Dilma va a cambiar un poco respecto de Lula, algún ajuste fiscal va a hacer, pero menos que Serra, y por lo tanto va a tener un margen menor para intervenir en cambio y tasa de interés. Pero, en fin, la preocupación con el cambio está en los dos”, consideró el profesor.
De forma similiar analiza el cuadro electoral el sociólogo Werneck Vianna, del Instituto Universitario de Pesquisas de Río de Janeiro (Iuperj), para quien el debate sobre la movilización del Estado como inductor del proceso de desarrollo deberá ser central.
Inclusive, el tercer nombre en los sondeos, el ex ministro Ciro Gomes, del Partido Socialista Brasileño (PSB) y aliado de Lula da Silva, no presenta grandes diferencias con los otros dos precandidatos.
“Es difícil diferenciar a Ciro de las candidaturas de Dilma y de Serra. Los tres tienen un perfil muy semejante, y Serra y Dilma aún más semejante. Son ejecutivos, personas entrenadas en la administración, con vocación para ese tipo de mando. El territorio de ellos no es propiamente el de la política y las elecciones”, afirmó.
Vianna recordó que Rousseff y Serra construyeron sus candidaturas como buenos administradores, al contrario del presidente Da Silva, cuyo fuerte es la política y su liderazgo popular.
Otra diferencia importante entre los dos principales precandidatos se vincula a la política externa, las alianzas y prioridades que guiarán las relaciones internacionales del Estado brasileño a nivel político.
La oposición mantuvo una postura muy crítica a las posiciones del gobierno, lo que quedó demostrado, por ejemplo, durante la reciente visita del presidente iraní Ahmed Ahmadinejad a Brasil.
Colocándose como portavoz del arco opositor, Serra publicó un artículo en que la calificó de “incómoda” e “indeseable”, apartándose de la búsqueda de nuevos socios del eje “Sur-Sur” iniciada en el gobierno de Lula da Silva.
Una eventual victoria del candidato opositor modificaría las actitudes brasileñas para con sus vecinos latinoamericanos, tomando distancia de Venezuela, ejerciendo una mayor presión sobre Argentina en las divergencias comerciales, y ensayando una mayor aproximación de Estados Unidos, tal como ocurrió en el anterior gobierno socialdemócrata de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
La contienda electoral aún se presenta indefinida, con posibilidades de victoria de ambas partes, pero se descuenta que los candidatos evitarán colocarse a contramano del alto apoyo popular del presidente Lula da Silva, quien mantiene un 80 por ciento de popularidad pasados siete años de gobierno.
Aunque a comienzos de este año Serra gozaba de una amplia ventaja -46,5 por ciento de las preferencias contra 10,4 por ciento de Rousseff-, la ministra consiguió reducirla para 10 puntos -31,8 contra 21,7 por ciento- en el último sondeo.
La tendencia es que los principales precandidatos, cuyas postulaciones serán oficializadas hacia marzo de 2010, inicien la campaña electoral con posibilidades semejantes de victoria, en un contexto de fuerte crecimiento económico.
Según los especialistas, las encuestas muestran que la fuerza de Da Silva en las elecciones será muy grande, y la ministra Rousseff o cualquier otro candidato apoyado por él recibirá un importante caudal de
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